La expresión ‘comer con los ojos’ deja de ser simplemente una frase hecha y se hace realidad en lugares como Aduana: una azotea reconvertida en restaurante de altura. Y no lo digo solo por estar situado en la última planta del Hotel Gran Meliá Fenix, un cinco estrellas junto a la plaza de Colón. Sino por la calidad de sus propuestas fusión, concebidas como un viaje por el mundo. Eso sí, por muy viajera que sea, la base de sus pilares es la gastronomía española, y su tejado, el cielo de Madrid.

Aduana está inspirado en un viaje por el mundo

Para entender la cocina que se hace en Aduana, hay que saber, primero, que no se trata de un nombre elegido al azar. Es un nombre con historia, la que se esconde detrás de un viaje que comenzó en el Puerto de Palos -también conocido por ser aduana fronteriza-. Desde allí partió Cristobal Colón hacia su expedición rumbo a las Indias. Y hoy sabemos que ese viaje cambió el curso de la historia tal y como la conocemos y, con ella, el de la gastronomía. Porque fueron muchos los productos, especias e ingredientes exóticos que cruzaron el charco en su viaje de vuelta. Un viaje que significó el enriquecimiento gastronómico mundial,y el germen de la fusión de culturas en los fogones tras el descubrimiento.

Pero Aduana no es solo un homenaje a ese viaje. Como cuenta el chef Miguel Martín -tras los fogones de diferentes hoteles Meliá Hotels International desde el año 2001-, es también un reconocimiento a los propios huéspedes, y sus culturas, que han pasado por el hotel desde el inicio. Es casi como un encuentro de diferentes mundos gastronómicos, y los plasma en diferentes recetas que tienen como base la gastronomía mediterránea, y la madrileña. Cómo no.

Una carta repleta de sabores de otras latitudes

Miguel es madrileño, del barrio de Carabanchel para ser exactos. Y su cocina es de las que guiñan un ojo a lo castizo mientras con el otro miran hacia China, México, Perú, EE.UU o incluso Japón. De hecho, de allí toma la inspiración para un aperitivo de sashimi de sandía -sí, sandía-, acompañado de soja, queso feta y pepino. Un abrebocas más que sorprendente tanto a la vista como al paladar, con el que comienzo este menú degustación.